Gracias Román

Habiendo visto nuevamente recién esta frase me dan ganas de aplaudir a Román Riquelme, uno de los últimos "cinco" que terminó jugando de "diez". Ese jugador que tenía la tranqulidad, pausa, regulación, frialdad (sinónimo de velocidad mental y apego al buen juego) que no la dan los carrileros fabricados en serie del futbol capitalista actual tan horrible para ver.

Hay que tener huevos y principios para ver algo que no te gusta y decir "hasta acá llegué". Y Riquelme lo hizo acá al menos dos veces eso. Primero en la selección, cuando vio la cama que le hicieron a Basile en su momento y no volvió al seleccionado desde entonces. Y ahora, esta última vez, en Boca, cuando observó como un DT y una dirigencia sin principios basureaban a un compañero suyo y por sus miserias humanas dejaban a Boca sin el mejor jugador de los últimos tiempos, uno de sus mayores ídolos y desarmaban un equipo armado y con sed de títulos internacionales y nacionales. Una vez más el futbol fue tristeza. Y vuelve a ser nada pese a los millones que siga movilizando.

Una vez más no quedan dudas que "el futbol es alegría o no es nada". Por más que el periodismo quiera hacer pasar al autor de esta frase como un "perdedor" o "vendehumo". Porque no hay más perdedor ni vendehumo que aquellos que sostienen y justifican la decadencia y justifican uno o dos resultados, producto del azar, en desmedro de la belleza y la alegría que despierta el ver jugar a un distinto como Román, tenga la camiseta que tenga.