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Nota de "¿archivo?": ¿Clubes o sociedades anónimas?

NOTA: Esta nota data de 1996 pero en ella se ven quienes eran impulsores de las sociedades anónimas, quienes las vienen difundiendo y amparando, y además se puede percibir el rol de medios como "La Nación" haciendo "lobbie" para la privatización con el aval de los socios (en forma "democrática") como salida única a la crisis de los clubes.
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Opinión Domingo 16 de Junio de 1996

Editorial

¿Clubes o sociedades anónimas?

El proyecto presentado a la Cámara por el diputado justicialista Fernando Galmarini que reitera el antiguo y nunca descartado propósito de promover la conversión de los clubes de fútbol en sociedades anónimas ha renovado la controversia en torno del tema.

Esta vez la iniciativa se propone contribuir a la solución de las serias dificultades de las entidades que en algunos casos extremos han visto en peligro su propia existencia. Es sabido que muchos clubes -con fútbol profesional o sin él- padecen críticas situaciones financieras y sociales pues a una tendencia de larga data que refleja la sostenida deserción de asociados se suma ahora el efecto de la retracción económica sobre sus ingresos.

Las dificultades se agravan cuando se trata de los clubes de fútbol que además deben afrontar el elevado costo de mantener sus planteles profesionales la disminución de la concurrencia a los estadios y en circunstancias por demás divulgadas los dislates administrativos de algunos dirigentes carentes de idoneidad.

Varias de estas entidades ya han manifestado públicamente su adhesión a la idea de convertirse en sociedades comerciales. La propuesta del diputado Galmarini -por otra parte ex secretario de Deportes de la Nación - cuenta con el decidido apoyo del presidente Menem antiguo y entusiasta propugnador de tal criterio y la adhesión del titular de la Asociación del Fútbol Argentino Julio Grondona.

No obstante esos respaldos la ley en ciernes podría ser resistida por aquellos socios de los clubes de fútbol que están decididos a conservar la condición de asociaciones civiles que ahora caracteriza a las entidades porque la modificación afectaría sus derechos societarios.

Hay que tener en cuenta que en algunos clubes el fútbol es la actividad excluyente pero otros -como dijo alguna vez un capacitado dirigente- son clubes con fútbol y tienen socios a quienes este deporte les resulta indiferente. ¿Hasta qué punto entonces es aceptable imponer a todo el sector una determinación ajena a la voluntad de entidades y socios que modifica la naturaleza de una institución?

Jurídicamente los clubes son patrimonio de sus socios no de las autoridades nacionales provinciales y municipales ni del Congreso ni de las entidades de segundo grado que rigen a cada deporte.

En tal sentido si bien el autor del proyecto y el presidente de la AFA han aclarado que la modificación sólo tendrá efecto si media el consentimiento expreso de los asociados de los clubes se trata de una iniciativa que promueve una preocupante intromisión de los poderes públicos en las atribuciones y facultades de entidades pertenecientes de hecho y de derecho a la esfera privada.

Los males económicos y financieros que afectan a las entidades deportivas deben ser resueltos por sus asociados sin interferencias ajenas por bienintencionadas que sean tal como se dijo en otras oportunidades en esta columna y sugiere el más elemental sentido común. La posibilidad de convertirse en sociedades comerciales no debe estar cerrada para los clubes pero son sus socios los únicos con atribuciones para decidir sobre la organización y estructura interna de cada uno.

Fuente: Diario "La Nación"

LA NACION 16.06.1996

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